Como si cada vez
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Como si cada vez

Como si cada vez

Como si cada vez que tomamos coraje, que vencemos miedos, que sonreímos para darnos empuje podemos sorprendernos con nuevas opciones y fuerzas renovadas.

Leí en el muro de un amigo en Facebook una frase de Bertolt Brech que dice “Las revoluciones se producen en los callejones sin salida” e indefectiblemente se mezclaron en mí los sentimientos que debieron tener aquellos hombres de mayo que se hartaron del manejo de los españoles y decidieron creer que el callejón en el que se encontraban tenía una salida tan grande como la extensión de la patria misma.

Se habían probado que, sentir la tierra en el alma y las entrañas, dolía en el sometimiento y los comprometía a cumplir los sueños de libertad de los que se sabían dueños.

Vivieron con coraje y honor la revolución de la cual nadie los creía capaces. Superaron todos los conceptos y defendieron comprometidamente el ideal que se atrevieron a soñar.

Como si cada vez que el sueño fuera posible, una mano extendida los empujara a seguir un poco más en la quimera y en el paisaje.

Todos los días vivimos revoluciones. Algunas más grandes que otras. Unas privadas y otras populares. Todas son nuestras en la medida en la que nos animemos a pensarlas y a realizarlas.

Cada proyecto, cada letargo que se convierte en mariposa, cada latido compartido nos ayuda a sentir que podemos alcanzar la meta, y ganar nuestra propia  rebeldía.

Como si cada vez que el dolor nos paraliza y las paredes del callejón se cierran ante nosotros inspiramos profundo y guerreamos para encontrar una nueva salida o una respuesta más justa.

Todos vivimos revoluciones. La de Mayo nos sorprende por el compromiso y la hidalguía, por la confianza en la palabra y en los ideales. Cada uno de los ciudadanos de aquel Buenos Aires de 1810 fue ejemplo para los miles que veían la revolución pasar por sus ventanas cerradas.

Como si cada vez que alguien rompe las cadenas no nos asustáramos un poco y nos guardáramos para protegernos de los corajes de los otros.

Hay revoluciones de todo tipo. En la del callejón de 1810 se derribaron murallas y se sembraron ideales. En la nuestra, la de todos los días intentemos empujar los barrotes de esta pandemia, destruir temores, recuperar los sueños de libertad y convencernos que de nosotros depende la construcción del momento presente y la proyección del día que vendrá.